Historia de acorazados y aviones
Es precisamente en el capítulo 7 del libro "Coquimbo. Historia e Identidad 8000 A.C-2015 D.C." (Cerda, P. y López, C.) publicación de destacados investigadores que construyen a través de narraciones la historicidad del territorio coquimbano, que Jorge Magasich Airola (*) rescata y trata una de las sublevaciones navales más importantes del siglo XX.
Un 31 de agosto de 1931 aconteció el evento conocido como "la sublevación de la escuadra" en la bahía de Coquimbo. Este se inicia con un levantamiento de los marinos de base de la Escuadra Nacional ante el anuncio de una reducción de sueldos y personal de la Armada acordado por el Gobierno, en el marco de los efectos de la "Gran Depresión en Chile". La marinería surta en la bahía de Coquimbo toma la decisión de solicitar una reconsideración del asunto por parte de la autoridad, elevando un "pliego de peticiones" respaldado por más de 800 firmas reunidas entre la tripulación del "Latorre" y otros barcos anclados en la misma bahía, el que fue entregado al comandante Hozven jefe de Operaciones de la Escuadra, para que siguiera el curso regular. Esta tentativa es rechazada por constituir un acto de insubordinación según la "ordenanzas navales". A las 24:00 horas de ese día 31, los sublevados tomaron control total de los buques y puestos prisioneros toda la oficialidad. Una vez ocurrido esto es proclamado un manifiesto en el cual da a conocer las características del movimiento y las principales reivindicaciones que persiguen.
A pesar de las oportunas conversaciones entre el Gobierno y los políticos no se llegó a acuerdo, resolviéndose doblegar a los insubordinados con un ataque aéreo que se realizó la tarde del sábado 6 de septiembre.
El profesor Alberto Galleguillos Jaque, en su libro "Mi última Clase de Historia de Chile", escribe: "mi madre nos hizo entrar a la casa inmediatamente; temía que balines o esquirlas de las bombas nos dañaran. Mi padre se encontraba ausente en sus viajes ferroviarios. Mi madre se desesperó cuando observó que Arturo, mi hermano menor no estaba en casa. Inmediatamente me ordenó que saliera a buscarlo, seguramente al cerro donde se había concentrado parte de la población a presenciar el combate…Tomados de la mano con Arturo presenciamos el combate". (Galleguillos Jaque, 1994). Otro Infantil testigo, Has Niemeyer escribe: "A la hora del fragor del combate, estaba junto a nosotros en el mirador una amiga… saltaba y rogaba a dios que una de esas bombas se extraviara, sin puntería y cayera perdida sobre el Liceo de Coquimbo, para 'liberarse de clases por un tiempo largo'… creo que pocos niños de 10 años han tenido en Chile el privilegio de observar un auténtico combate entre buques y aviones de guerra, a plena luz del día" (Niemeyer, 2003).
El combate aéreo-naval duró aproximadamente 30 minutos, terminando el combate… luego de una larga interrupción producto de la oscuridad de la noche. La Escuadra zarpa con rumbo desconocido, siendo detectada al sur de Tongoy conminándosela a rendirse so pena de un nuevo castigo aéreo (López, 2006).
(*) Jorge Magasich Airola es Doctor en Historia por la Universidad Libre de Bruselas ULB y profesor titular de Historia Contemporánea, Historia de América Latina e Historia de la Propaganda en el IHECS en Bruselas.