Nueva vida al fin del mundo
Según cuentan los relatos de la época en la estación de ferrocarriles de Trento, 153 personas miraban por última vez su tierra natal, para comenzar una travesía de un mes, desde el puerto de Génova hasta Coquimbo. La región de Trento fue una zona muy castigada en la guerra europea por su situación territorial, blanco de ataques y bombardeos que afectaron a la población y que provocó una gran crisis, esto motivó a que muchas familias optaran por la emigración hacia distintos países.
Estas familias una vez llegadas al puerto de Coquimbo fueron trasladados a sus hogares y tierras asignadas por el Estado de Chile a zonas conocidas como las colonias de Peñuelas, San Ramón, Santa Inés, Mirador y La Rinconada de La Serena, ahí los esperaban miembros de la congregación religiosa barnabita (creadores del Seminario Conciliar), quienes se encargaron de mediar entre las culturas. Luigi Rizzoli comenta que “los chilenos fueron amables y solidarios con nosotros y nos preguntaban cómo nos llamábamos, fue divertido ... al principio nos costaba el español pero los padres del seminario nos hicieron cursos rápidos para aprender el idioma”. A poco andar, un grupo numeroso de estas familias de colonos emigrados a nuestro territorio dejaron sus parcelas, estableciéndose, en otras ciudades como Copiapó, La Calera, Santiago, Talca, alrededores de Parral y Los Ángeles.
Al igual que todo movimiento migratorio, las cosas no fueron fáciles en los primeros años, pero sí sembradas de optimismo y esperanza en mejorar las condiciones de vida tan deterioradas por la guerra. Para 1951 el presidente Gabriel González Videla decide traer dentro del contexto del “Plan Serena” y apoyado por el primer ministro de Italia Alcide de Gasperi, un grupo de familias italianas mayoritariamente campesinos con el fin de trabajar hasta ese entonces terrenos poco productivos. Los relatos de estas familias indicaban lo duro que se les hizo producir la tierra entregadas que tenían mucha sal, agua y arena. María Longhi (…) La guerra duró 6 años, por lo cual había una miseria muy grande en toda la Provincia y no tan solamente en el pueblo (…) Entonces llegaron de Chile a Trento, el pleni potenciario José Vergara con dos asistentes sociales y un doctor, el cual pidió gente que quisiera venir a trabajar a Chile (…) Mi marido hasta poco tiempo antes de venir para acá trabajó en el aserradero, tenían tierra, un poquito de tierra, también (…) Trabajó de albañil por un poco de tiempo (…) Pero una tarde llega a la casa y me dice, hay novedad, ¿qué novedad?, dice: “te gustaría ir a Chile”, ¿dónde es, dije?, hizo memoria de cuando era un poco más joven, me acordé (...)“Es el fin del mundo” dijo, no importa, ¿pero te gustaría ir? mira ,dijo, cosa de salir de este infierno, iría a cualquier parte…
Quinto Dossi cuenta que “…Don Gabriel González venía todos los sábados(…) Venía a ver como trabajábamos, y Gabriela Mistral también vino a la parcela, vino aquí, tenía un auto blanco, yo estaba limpiando unas zanahorias allí, a “pata pelá”, me dijo quiero ir a ver la parcela hasta el fondo, yo tenía miedo de subir en el auto porque tenía el pantalón medio cochino, súbase no más me dijo, y quiso ver la parcela y dijo si quiere alguna cosa me avisa…•
Pero no solo se dedicaron a la agricultura, con el pasar de los años se volcaron y experimentaron en otros rubros creado numerosas y exitosas empresas que emplean a miles de personas y son un punto fuerte de la economía local, empresas tales como la mueblería, zapatería y el mundo vitivinícola.
Han transcurrido 70 años desde que hombres, mujeres y niños emprendieran un largo viaje, dejando atrás bosques, lagos y nieves alpinas ancestrales, pero la mayoría conserva en su memoria algunos fragmentos de aquella época, fragmentos de memoria.